No soy una mamá productiva, soy una mamá real
Antes de quedar embarazada, me alababan por mis habilidades para lograr mucho en poco tiempo. Me llamaban la reina de la productividad. Después de tener a mi bebé, experimenté una crisis existencial porque intentaba volver a ser la de antes, pero mi nueva realidad no me lo permitía. Quería hacerlo todo sola, mantenerme activa y alcanzar mis metas más ambiciosas utilizando los mismos métodos de siempre, pero no quería aceptar que ahora tenía una responsabilidad mucho mayor: ser mamá y cuidar de una pequeña persona que dependía de mí.
Al final del día, me quemé. Sufrí el peor agotamiento que he tenido en mi vida. Dormía dos horas al día porque mi bebé tampoco descansaba, y la ansiedad y la depresión se apoderaron de mí. El día que supe que había tocado fondo fue cuando me di cuenta de que mi bebé estaba en la cuna llorando, mientras yo estaba sentada en la esquina de mi cuarto, mirando fijamente a la pared sin pensar en absolutamente nada. La única razón por la que salí de ese estado fue porque mi esposo me llamó, y el sonido del celular, que normalmente siempre está en silencio, me despertó de ese sueño vívido.
Ese día, mi esposo tuvo que regresar a casa antes de lo planeado y hacerse cargo de nuestro bebé porque yo apenas podía mantenerme en pie. Por alguna extraña razón, me creía superhumana y pensaba que con dormir unos minutos sería suficiente. No quería molestar a mi esposo porque me sentía como una carga, ya que él trabajaba y yo "simplemente me quedaba en casa con el bebé". Así que prefería que él descansara mientras yo permanecía despierta toda la noche y todo el día.
No contenta con eso, quería crear contenido, retomar mis asesorías 1:1, desarrollar programas nuevos y seguir creciendo mi negocio como si nada hubiera cambiado, porque eso era lo único que conocía sobre ser productiva:
estar en constante acción.
Redefiniendo la productividad
Sin embargo, pronto me di cuenta de que esta mentalidad era insostenible. Necesitaba redefinir lo que significaba ser productiva en mi nueva realidad. Aprendí que ser una mamá real implica reconocer mis limitaciones, aceptar ayuda y priorizar lo verdaderamente importante. Me di cuenta de que no se trata de cuántas tareas puedo completar en un día, sino de estar presente para mi bebé y cuidar de mí misma.
La importancia del apoyo
Uno de los mayores cambios que experimenté fue aprender a aceptar y valorar el apoyo de mi esposo y mi familia. Al principio, me costaba pedir ayuda porque sentía que debía poder manejarlo todo por mí misma. Sin embargo, entendí que la maternidad no tiene que ser un viaje solitario. Aceptar ayuda no solo me alivió, sino que también fortaleció nuestra relación familiar. Mi esposo se convirtió en un pilar fundamental, y juntos aprendimos a compartir responsabilidades, lo cual fue crucial para nuestra salud mental y bienestar.
Cuidar de mí misma
Cuidar de mí misma se convirtió en una prioridad. Antes, solía poner mis necesidades al final de la lista, pensando que cuidar de mi bebé era lo más importante. Pero pronto me di cuenta de que no podía ser una buena madre si no estaba en un buen estado físico y emocional. Empecé a dedicar tiempo para mí, aunque fuera solo unos minutos al día. Pequeñas cosas como tomar una ducha tranquila, leer un libro, o simplemente respirar profundamente hicieron una gran diferencia en mi bienestar. De la misma forma en que sentía responsabilidad por tener la cena lista para mi hijo y mi esposo o por sacar al perro a hacer sus necesidades decidí hacer contratos conmigo para establecer momentos necesarios que fueran no negociables y me ayudaran a establecer límites responsables conmigo misma.
Balanceando vida Personal, profesional y maternidad
Uno de los mayores desafíos fue aprender a balancear mi vida personal, profesional y mi maternidad. Inicialmente, sentía que estas áreas de mi vida estaban en constante competencia, lo que me hacía creer que la maternidad absorbía todo y me estaba perdiendo en solo ser mamá. La clave fue entender que no se trataba de competir por mi tiempo, sino de integrarlas de manera armoniosa. Empecé a establecer límites claros y a organizar mi tiempo de forma que pudiera atender mis responsabilidades profesionales sin descuidar mi rol como madre y mi propio bienestar.
Esto significó ser más estratégica con mi tiempo de trabajo, aprovechando las siestas de mi bebé o las noches más tranquilas para avanzar en mis proyectos. También aprendí a ser flexible y a ajustar mis expectativas, aceptando que algunos días serían más productivos en el ámbito profesional y otros, más centrados en la maternidad.
Adaptando mis metas
Adaptar mis metas profesionales también fue necesario. En lugar de seguir intentando cumplir con el ritmo frenético de antes, empecé a establecer objetivos más realistas y alcanzables. Dividí grandes proyectos en tareas más pequeñas y manejables, lo que me permitió seguir avanzando sin sentirme abrumada. Aprendí a celebrar cada pequeño logro y a ser paciente conmigo misma en este nuevo capítulo de mi vida.
Ser una mamá real significa entender que la perfección es una ilusión y que cada día es una oportunidad para crecer y aprender. No necesito ser la reina de la productividad para sentirme realizada; lo que realmente importa es el amor y la atención que puedo brindar a mi familia y a mí misma. Y eso, para mí, es el verdadero éxito. Aún no he encontrado la fórmula mágica y secreta para ser una mamá productiva todo el tiempo, pero lo que he aprendido desde que me convertí en mamá me ha ayudado a lidiar con esas crisis de ansiedad cuando mis planes no salen como lo esperaba y tengo que hacer modificaciones que me generan estrés y frustración.
Estoy en constante mejora y, hoy en día, disfruto de la nueva definición de productividad que la maternidad ha traído a mi vida. He aprendido a valorar el equilibrio, la flexibilidad y la importancia de cuidar de mí misma, lo que me permite ser una mejor madre y profesional. Cada día es una oportunidad para crecer, adaptarme y encontrar nuevas formas de ser productiva en esta etapa tan especial.
¿Eres una mamá que también está buscando equilibrar su vida personal, profesional y la maternidad? Me encantaría escuchar tu historia y aprender de tus experiencias. Comparte tus desafíos y éxitos en los comentarios, y juntos podemos apoyarnos en este viaje de ser mamás reales y productivas. ¡Únete a la conversación y hagamos crecer esta comunidad!